Superar no es olvidar. Ni olvidar es superar
- Sara Fernández González
- 23 ene 2019
- 3 Min. de lectura
Como dice el refrán 'Para gustos los colores', pues lo mismo ocurre en las relaciones de pareja. Hay millones de ellas, todas diferentes entre sí pero con una cosa en común: la superación del final. Creo que dicho proceso es inherente a todo ser humano, porque no conozco a nadie que lo describa de forma diferente.
Entonces, como todo proceso en esta vida, está compuesto de diversas fases.
En primer lugar aparece la negación, aunque yo prefiero llamarla la fase de 'no te preocupes, mañana todo seguirá igual'. MENTIRA. Primer impacto contra el muro. Aunque intentes negar la realidad y recurrir al autoengaño, ya nada vuelve a ser como antes. Hay un minúsculo rincón en tu interior que lo sabe, solo que lo ahogas con kilos de helado de vainilla. También quieres hablarle; pero bueno, te intentas convencer de que seguro que lo va a hacer él. Pa orgullosa yo (encima lo dices toda digna).
Los días pasan y el ánimo va a peor. Si antes llorabas por cada esquina, ahora echas humo. No quieres saber nada de él. Aquí aparece la segunda fase, la ira o la fase de 'si lo tuviera delante...'. Todo te parece mal, quieres destrozarle su coche y empiezas a hablar contigo misma, porque tienes tanto qué decir pero nadie a quién decírselo. Vale que seguro despotricas por tu chat de amigas, pero nadie te entiende (solo tú y a veces ni eso) aunque a todas os pasó lo mismo y ellas te están diciendo lo mismo que les dijiste en su momento un día a ellas, que a su vez creían que no las entendías. Después de todo este trabalenguas, deseas con todas tus fuerzas (aunque no con las mismas que para un aprobado en la universidad ) tenerlo delante para poder decirle cuatro cosas. Eso piensas, porque es una GRAN MENTIRA (otra más que te intentas inculcar). Porque si lo tuvieras delante hay dos opciones: una, que te tires a él como Silvestre a Piolín; o que te quedes mirándole como Golum mira al anillo (true love).

Estamos en el ecuador y avanzamos hacia la fase de la negociación. Estamos más calmadas, más relajadas e intentamos contactar de nuevo con el susodicho. Entonces, investigamos de nuevo cual Sherlock Holmes en sus redes sociales (por si acaso se nos pasó algo por alto) ayudadas por Watson (que en nuestro caso son un séquito). Todo va viento en popa hasta que: uno, te bloquea (en esa semana has superado el cupo de Instastories contestadas con un punto y ya no cuela que haya sido sin querer) o dos, ha mencionado a alguna que se escapa de tu #radardeamigas. Si pasa esto último, se dispara la ALARMA INTERNACIONAL y alguien (ese alguien es amigo de la prima del novio de la hermana de tu mejor amiga) llega a su perfil. POR FIN. Las capturas de pantalla se envían a la velocidad de la luz y entonces...
Y entonces llega la depresión. Pierdes toda la esperanza, te condenas a la soledad con cadena perpetua y ya vas pensando en nombres para tus cincuenta gatos, porque morirás sola y nadie más te volverá a querer.
Poco a poco vas asimilando que no hay vuelta atrás, que si fue así, fue porque lo quiso el destino. Entonces lo aceptas. Te armas de valor y te bañas en la marmita de valentía y amor propio; hasta que un día eres capaz de decir en voz alta las palabras mágicas: LO HE OLVIDADO.
Por tanto, ¿ya está? ¿Lo he olvidado? ¿Qué rápido, no? Al final no fue tan difícil, te dices; e incluso eres capaz de reírte de ti misma (¡Qué exagerada fui!). Para celebrarlo decides salir con tus amigas (mala idea) para celebrar que LO HAS SUPERADO.
¡Ay amiga! Pero cuando llega el sábado y las miradas se cruzan... Vuelve el hormigueo, las mariposas, la avalancha que mató a Mufasa...vuelve todo. E incluso se vuelve peor después de cinco chupitos de tequila (pa olvidar) y querer hablarle a las tres de la mañana... (Ya lo decía Ted Mosby en Cómo conocí a vuestra madre: ''No pasa nada bueno después de las dos de la mañana'')
¿Significa que lo he olvidado? ¿O lo he olvidado pero no superado? ¿Se puede superar a alguien sin olvidarlo? ¿O el protocolo dice que tengo que olvidar y después superar? ME VA A EXPLOTAR LA CABEZA.
Solo te voy a decir una última cosa, la moraleja del cuento, la posdata. Superar no es olvidar. Ni olvidar es superar. Por mucho que te empeñes, nunca vas a olvidar a alguien que fue importante (ni creo que tampoco debas olvidarte de nadie) y cuando crees haber superado todo el proceso, vuelves al punto de partida. Lo conviertes en un círculo vicioso, que al final ni tienes que olvidar ni superar, solo aprender a vivir con ello y acordarte y olvidarte de ello cuando tú (y solo tú) quieras.
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