Y yo que te quería para ella.

No te voy a mentir. Ella todavía te extraña. Lo noto en esos ojos marrones que me piden que te traiga de vuelta. Ojalá fuera su hada madrina para concederle todos los deseos, incluso aquellos que no sé si sería capaz de cumplir. Aunque puede que le borrara todo recuerdo tuyo. Porque recuerda que ella no se fue, tú la dejaste marchar. Era tu mejor opción.

¿Sabes? Aún le brillan los ojos al hablar de ti. Sé que lo recuerda todo al mínimo detalle. Tampoco se olvida de todas las promesas que le hiciste y los besos que le robaste en vuestro sitio de siempre. Aquel lugar en el que la esperabas tres veces por semana. Aquel lugar que os vio amaros como nunca había visto a nadie. De esa manera que solo vosotros dos sabéis y de la que yo fui testigo. Erais Calisto y Melibea. Romeo y Julieta.

Tú solo tenías que encargarte de quererla, del resto ya me ocupaba yo. Yo, la misma que quería lo mejor para ella y sabía que eras tú. Tú, él que se fue.

¿Sabes cuántas meses te echó de menos? ¿A cuántas bocas besó pensando que eran la tuya? ¿Cuántas veces te buscó entre la gente? Ni te puedes hacer a la idea. Joder, solo te tenías que quedar y quererla. Y sé que querías, vaya si querías. Podrías haber esperado y enfrentarte a sus miedos, a sus idas y venidas, a su forma peculiar de ser. Pero escogiste el camino rápido. Irte por la puerta de atrás. ¿Sabes? Me decepcionaste. Yo creía en ti, de verdad. Te lo puede decir ella. Y aún a veces tengo la misma esperanza que ella de que vuelvas. Y a pesar de todo estaría dispuesta a aceptarte, solo si ella lo hace.

¿Sabes? Una vez leí que el amor verdadero solo ocurre una vez y lo sabes porque te pasas el resto de tu vida intentando que alguien te haga sentir igual. Ojalá te ocurra eso y cuando vuelvas a ella porque sabes que es ella y nadie más, ella haya encontrado el amor verdadero que creía haber tenido contigo.

En ese momento apareceré yo, su hada madrina, y te diré lo muy gilipollas que fuiste, por mucho que yo te quisiera para ella.