(D)etalles

Un día te das cuenta de que estás solo y ella se fue. La única razón que la llevó a tomar tal decisión fue la falta de detalles. Pero para ti, no fue más que una mera excusa. Nadie te abandona por semejante razón, y menos ella. Aunque ahora, después de tanto tiempo, quizás te hayas equivocado.

Lo que más te enamoró de ella fueron las pequeñas cosas, los detalles. Ya no la verás maquillarse en el espejo del baño, poniendo caras raras mientras se aplica el rímel. Ya no verás sus dientes al reírse manchados ligeramente de carmín rojo, su favorito. Ni poner continuamente los ojos en blanco ni esa cara de concentración absoluta al hacer algo importante.

Tampoco la oirás cantar su canción favorita en la ducha a grito pelado, ni su cepillo de dientes compartirá espacio con el tuyo. Echarás de menos verla estirarse por las mañanas para coger la taza del desayuno, vestida con tu camiseta favorita y dejando más piel al descubierto de la permitida a esas horas.

Sus bostezos, sus risas, su pelo revuelto ya no te acompañan. Ya no podrás verla reír, ni soñar, ni saborearla en el momento en el que te apetezca. Ni tan siquiera verla leer en el sillón de la esquina.

Entonces, por muy orgulloso que seas y por mucho que te pese, solo te queda darle la razón. Ahora entiendes el significado de la palabra por la cual ella se fue y te dejó aquí solo, acordándote de todos sus detalles. Esos que te amarás y odiarás por no haberlos tenido con ella.