Quiero no dejar nunca de quererte

Confieso que sería de lo más bonito del mundo que compartiéramos un café, alguna que otras risas y anécdotas de nuestras vidas. Que al salir del bar hayas memorizado cada detalle de mí, incluso aquellos que pasan desapercibidos. Ojalá me pilles desprevenida y me beses delante de los demás, con un beso de esos que solo se ven en las grandes películas. De esos que hacen que la gente te envidie.

Después me gustaría que me miraras a los ojos y me sonrieras, no haría falta que me dijeras nada. Solo que me miraras, porque tus miradas lo dicen todo. Me cogerías de la mano y me llevarías a casa. Quizá me quedara dormida en el coche -sin querer- o me quedaría mirando las nubes al atardecer, consciente que de vez en cuando me miras. Consciente de que apartas tu mirada unos instantes de la carretera para admirarme. No sé que quieres ver de mi en ese momento, pero no podría mirarte, porque moriría un poco más. Así que me hago la tonta.

Apuesto lo que quieras a que sonaría una canción bonita en la radio, esa que nos hará recordar ese día para siempre. Esa que será nuestra para toda la vida. Quizá para cuando lleguemos a casa, yo seguiré dormida y tú pararás el coche y me contemplarás un rato. Lo peor es que yo nunca lo sabré, porque me enamoraría más de ti. Ojalá poder vernos desde fuera, ser una mera espectadora de nuestro día juntos.

Te invitaría a subir a casa. Mientras tú te pones cómodo, prepararía un bol de fresas con nata. Son mis favoritas. También un café bien cargado para pasar esa tarde de invierno. Cogería unas mantas y saldríamos a la terraza a contemplar como salen las estrellas. Sacaría a relucir mi lado más científico y te describiría todo el universo. Quizá pase una estrella fugaz y yo no pida un deseo, porque quiero dejártelo a ti. Aunque desearé con toda mi alma que tu deseo sea yo.

Nos tumbaríamos en la cama y te haría dibujos en la espalda. No para que los adivines, solo para ver como tu piel se eriza con el contacto de la mía. Sonreiría. Te diría que me encanta jugar contigo como juegan esos gatos que no se quieren dormir. Quizá te quedaras a dormir.

Me gustaría despertar viéndote despertar y prepararte el desayuno. Que bailásemos en la cocina y tu mano se deslizara más abajo de mi espalda. Que llegásemos tarde a trabajar porque nos queremos tanto que no podemos despegarnos. Porque estamos hambrientos el uno del otro.

Que me encantaría ponerte todas y cada una de tus camisas, para que tu olor se quede impregnado en mi cuerpo y el mío en ellas. Así siempre nos recordaremos. Que me encantaría presumir de ti y que me dijeses que te encanta verme reír, pero solo lo hago porque lo haces tú.

Me da igual cómo, de qué manera o por qué, pero quiero no dejar nunca de quererte.